Luisito se encontraba con sus amiguitos jugando en el jardín de su casa. Estaban observando cómo pasaban las gaviotas hacia el mar por la tarde. Y comentaban que era raro que vinieran en bandadas casi de noche en dirección al mar, siendo que su modo de vivir era la playa y el puerto.
De repente una gaviota cayó y todos se fueron a ver qué le pasaba, y le preguntaron:
-¿Qué te ocurre gaviota?-
Y ella les contestó:
-Tengo herida un ala, pues con un cristal me he hecho un corte y estoy sangrando.-
Luisito y los amigos, la cogieron con mucho cuidado y la llevaron al garaje, buscaron un botiquín de urgencias y procedieron a curarla, limpiándole la herida y poniéndole una venda. Uno de los amigos dijo:
-He traído una caja de cartón para que repose, y uno tras otro, fueron trayendo un poco de paja para que sirviera de colchón, otro un poco de pescado para que comiera, y así entre todos la cuidarían hasta que se curara.
Luisito le preguntó:
-¿Por qué no estáis en el mar o en el puerto?, ¿de dónde venís por las tardes?-
La gaviota le contestó:
-Han contaminado tanto el mar que casi no hay pescado, y por las mañanas nos vamos hacia las afueras de la ciudad, a los basureros y comemos lo que encontramos, y por la tarde volvemos a la playa a reposar a la orilla del mar, que es nuestra casa.-
Luisito y sus amigos estuvieron varios días pendientes de la gaviota, y cuando estuvo curada le dijeron:
-Cuando quieras puedes irte, y cuando pases por aquí, siempre tendrás comida que te traeremos entre todos.-
La gaviota les dio las gracias, besándoles con el pico a todos y emprendió el vuelo hacia la playa. Todos quedaron contentos de que se hubiera curado, pero al mismo tiempo sentían pena por ver que la contaminación acabaría con todo, si los mayores no podían solución.
Unos días más tarde apareció una noticia en los periódicos: En el basurero de las afueras de la ciudad, había muerto más de dos mil aves, a causa de haber vertido productos tóxicos en ese vertedero. La gaviota nunca más volvió a ver a los niños.